Requisito indispensable: Actitud de servicio.

Fumadores, no los envidio, pero tampoco los compadezco. Mi día laboral
está lleno de vicios, que camuflados en su cotidianidad y aparente
naturalidad, se vuelven peligrosos. 6:30 a.m. aprieto compulsivamente
la opción de posponer la alarma. también recurrentemente, y como
resultado de lo anterior, mi desayuno es todo menos sano. Por breve y
“chatarroso" es de mis vicios favoritos. Ya encaminado, nunca abordo
el primer pesero que me lleva a mi destino, aún cuando siempre salgo
tarde. De la misma manera, a ningún puesto de revistas se le perdona
inspección. Ni así logro llegar mas de 20 minutos tarde, los cuales
nadie me perdona... por que nadie se entera. Siempre soy el primero en
la escena, seguido soy el único.
Es hora de los vicios corporativos: abrir el messenger (con muy pocos
contactos de trabajo, que además están bloqueados), ver que hay de
nuevo en los blogs de mis amistades, así como en youtube, y arrancar.
Me considero eficiente, aunque no siempre lo fuí y mi trabjo me
costó. resuelvo los trabajos en poco tiempo y, a veces, reporto que no
los he acabado, en parte por inseguridad del resultado, y en parte
para hacerme pato un rato.
Llega la primer, y últimamente única figura de autoridad entre una y
dos de la tarde. Por supuesto, con sus pendientes atrasadísimos. A la
una ya me ruge la pansa (ya no estoy disfrutando el desayuno) a las
dos es mi hora de salir a comer y, finalmente a las tres, lo logro.
Más comida chatarra logra la ilusión de satisfacción. A esta hora
todo lo daría por una comida en orden, pero estoy en medio de la nada.
La rigurosa torta. Regreso a tupirle a los atrasados pendientes
haciendo gala de mi mayor vicio: actitud de servicio. Hora de salida,
6:00 p.m. Son en realidad las nueve, y a continuación explico lo del
serVICIO:

-Autoridad: “Perdón, seguro ya te quieres ir"

-Yo (pensando) “¿irme? si ni quería venir..."

-Yo (hablando) “no hay problema, le seguimos...

¡¿Que hago aquí?!

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Agradezco la amable invitación de Santiago de Cayeta, y la presupuesta paciencia de

1 comentarios:

Ricardo G. Acevedo dijo...

Disculpa lo grosero que fuí al no darte la bienvenida y mi ridícula demora para contestar el ejercicio.

Van.